jueves, 3 de julio de 2008

CUÁL FUE EL ANHELO ARDIENTE DE LA CREACIÓN

Por. Reynaldo Estrada
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1. Dice Romanos 8:17 “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”.
2. Pablo en el contexto de Romanos 8 le enseñó a los santos en Roma que los hijos también son herederos. Pablo muestra que el cielo es una herencia a la que tienen derecho por igual todos los santos en Cristo. Cuando Pablo le escribió a los santos en Roma corría el año 60 d.C. y la destrucción del templo y de Jerusalén se daría en el año 70 d.C. esos diez años para los santos en Roma fueron de educación y preparación para entrar en posesión plena de la herencia. Dios mismo era esa herencia de aquellos santos en Roma. Como Cristo fue el hijo unigénito de Dios, toda la herencia del Padre le fue dada a El y de esa herencia participamos todos los creyentes en Cristo. Aunque esa herencia no se adquiere por méritos propios, sin embargo, Pablo enseña que Dios les daría en galardón (Hebreos 11:26) por los sufrimientos presentes y en cumplimiento de las esperanzas presentes.
3. Pablo les dice a los santos en Roma que ellos serían herederos y coherederos, si es que ellos padecen para ser glorificados. Pablo en la frase “seamos glorificados” se incluye en esa esperanza, en esa gloria venidera, en esa libertad gloriosa de los hijos de Dios. En el V:18 Pablo les dice a los santos en Roma que ellos debían considerar después de calcular que las aflicciones del tiempo presente no son comparables en peso con la gloria venidera. Pablo les insinúa que si pondrían en una balanza a la izquierda “los sufrimientos presentes” y en el platillo derecho “la gloria venidera”, dicha gloria ascendería a una suma infinita o a un eterno peso de gloria.
4. En el V:19 Pablo enseña a los santos en Roma que la creación observa o vigila con la cabeza extendida o con absoluta concentración un anhelo interior que muy pronto sería satisfecho. Los santos en Roma estaban en el año 60 d.C. aguardando la manifestación de Su herencia. Dios les cumpliría la palabra que con afán estaban aguardando en sus días. La espera prolongada de esa herencia haría que el anhelo fuera ardiente en toda la creación. ¿Cuál fue el anhelo ardiente de la creación? Fue la manifestación gloriosa de los hijos de Dios. La creación esperaba una manifestación de algo que antes estaba cubierto o escondido. La creación necesitaba pasar de la esclavitud de la corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Los hijos de Dios de aquella generación latente estaban cubiertos por un velo y todavía no habían sido revelados en toda su gloria o esplendor. Pablo les dice a los santos en Roma que en la segunda venida serian glorificados con la redención de sus cuerpos y ahí ese velo les sería quitado. La creación en aquellos días aguardaba con anhelo ardiente esa manifestación.
5. Pablo le dice a santos en Roma en Romanos 8:20 que la creación estaba sujetaba a vanidad, por causa del que la sujetó en esperanza. Esa vanidad era una ley de descomposición, sometida a la servidumbre de la corrupción. Bajo esa servidumbre (idolatría, la religión de los gentiles, la degradación del hombre, el deshonor a Dios), la creación entera en esos tiempos gemía a una, como con dolores de parto, V:22. Si el anhelo ardiente de la creación era aguardar en esos tiempos la manifestación a la libertad gloriosa de los hijos de Dios, entonces, la vanidad aquí era espiritual, pues, a la que estaba sujeta la creación (la raza humana) era a la descomposición espiritual y corrupta y al espíritu de esclavitud en temor, donde ninguno podía exclamar ¡Abba Padre!. La raza humana era la ejecutora de los pecados y miserias del hombre. Dicha raza humana o creación por causa del pecado desde Adán quedó sujeta a esclavitud para ser llevada a esperanza, Colosenses 1:23 dice: “el evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo”. El evangelio que se predicaba debajo del cielo era a aquella presente raza humana. Esta raza humana quedó en aquellos tiempos “sujeta” a la vanidad o a la maldad de la idolatría que no fue simplemente la voluntad del hombre nada más, sino el acto judicial de la justicia divina; porque Romanos 11:32 dice que “Dios sujetó a todos en desobediencia”.
6. Los dolores de parto de la creación serían compensados cuando aquellos hijos de Dios alcanzarían en su generación su gloriosa libertad, V:21. Eso serían para ellos (los que estaban bajo las aflicciones del tiempo presente) tiempos de refrigerio y de restauración de todas las cosas (Hechos 3:19-21). El mismo Dios que sometió a vanidad a la creación por causa del pecado del hombre, la sometió también en esperanza. ¿Qué esperaban los hijos de Dios en aquella época? ¿Qué esperaba la misma creación? Los hijos de Dios esperaban su manifestación o su libertad gloriosa y la creación esperaba su libertad de la esclavitud de corrupción.
7. Una vez que la creación quedará libre de la esclavitud de corrupción espiritual, entraría a experimentar su reinado milenial que es un reino de libertad glorioso dentro de los límites de esta tierra, dando lugar a la plenitud del estado eterno en la nueva creación que se profetizó de ella en 2 Pedro 3:13 “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Apocalipsis 21:1 que dice “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
8. Pablo en el año 60 d.C. le habló a los santos en Roma de un día venidero de liberación de los sufrimientos y las miserias del tiempo en aquel entonces presente; y de una liberación que estaba a punto de llegar y no estaba lejos. Venía un día de redención que traería libertad y gloria a los hijos de Dios, y toda la creación participaría de estas bendiciones. La llegada de esa consumación era muy esperada y deseada, no solo por los que, como el apóstol mismo, iban a beneficiarse de la herencia gloriosa, sino también por la creación que gemía alrededor de ellos. El prospecto de la emancipación venidera era tan penetrante que el apóstol podría decir: “por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”; o como dijo en otro pasaje similar: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17).
9. “La gloria venidera” es la antítesis de “la ira venidera”, y marcan los dos diferentes aspectos del mismo gran evento; porque la Parousia, que es la revelación de la gloria para los hijos de Dios, es la revelación del día de ira para los enemigos como dice Romanos 2:5 “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, 6el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia”. Así que no es la muerte la que Pablo espera como un medio de liberación de la maldad. El apóstol no hace burla con una esperanza de demora. El día de la liberación estaba cerca; la gloria estaba a punto de ser revelada; y tan grande era el peso de esa gloria que reducía a una cosa insignificante las incomodidades de aquella hora presente.
10. La actitud de esperanza, de gemidos, de ansia por la liberación, era de toda aquella presente raza humana del mismo periodo cuando escribía el apóstol. Era una edad de profunda corrupción social y de degradación; se puede decir que el año 60 d.C. cuando Pablo le escribía a los santos en Roma, la humanidad gemía bajo la carga de su miseria; y existía una sentir misterioso y extraño en las mentes de los hombres que de algún modo, la liberación estaba cerca. La descripción de esta situación de la “creación” se aplica a la condición social y moral del pueblo judío en ese tiempo; gemían bajo el yugo romano; esperaban la llegada del libertador (Mesías).
11. La condición en los años 60 d.C. era lamentable. El emperador fue deificado porque los hombres eran esclavos. No hubo paz verdadera cuando Augusto cerró el templo de Janus. El imperio era solo un gobierno externo con un caos de opiniones y moralidades por dentro del Senado y de la familia real. Las viejas cortesías y modalidades y la vieja fe que era la parte mejor de la religión romana, habían pasado. Los credos y prácticas amorales de Grecia y del Oriente habían inundado a Italia y al Occidente, y el Partenón solo era un monumento de aceptación de múltiples supersticiones. El temperamento de los tiempos era esencialmente cruel y profano, y los apóstoles fueron expuestos a una persecución amarga. El Imperio Romano era un reino de este mundo, y la raza humana gemía por una paz mejor, de un reino que no es de este mundo.
12. En medio de esa condición del Imperio Romano, y del estado miserable de su población mixta, había una esperanza que el poder del Evangelio de Cristo hiciera algo en aquella raza humana. La tiranía y la opresión pedían un Consolador así como la enfermedad moral de los griegos pedía un Sanador. Todo el imperio necesitaba un Mesías tanto como lo necesitaban los Judíos, aunque no lo esperaban tan conscientemente. Estaba en camino una preparación positiva para el Evangelio. Para Pablo, un gran evento estaba cerca; el Señor estaba a punto de venir, según la promesa, para ejercer su poder real, para dar recompensa y salvación a su pueblo, para aplastar a sus enemigos bajo sus pies.
13. Pero la Parousia o retorno de Cristo (Hebreos 9:28) iba a traer más que un aplastar. Iba a traer una época en el gobierno divino del hombre. Iba en aquella generación a terminó con el periodo de privilegios exclusivos para Israel. Iba a disolver la unidad de pacto entre Jehová y el pueblo Judío e iba a abrir un camino para un mejor y nuevo pacto que incluye a toda la humanidad. El Cristianismo iba a traer la proclamación de un Padre universal de toda la humanidad, y para ellos, Dios tenía que disolver aquella relación nacional y exclusiva entre Dios y un solo pueblo. Dios iba a mostrarle al universo, la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, donde ya no hay ni Judío ni Griego, circuncidado o incircunciso, bárbaro o escita, esclavo o libre, sino solo hombre, un solo Cristo, un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. Cristo hizo de todos los hombres uno, para que Dios fuera todo en todos, (Colosenses 3:11).
14. Esta fue la respuesta adecuada a los gemidos de la humanidad. El anuncio de una consumación siempre muestra el amanecer de un día de redención. Esta manifestación era para abrirle las puertas de la misericordia a la humanidad; era para la emancipación de la raza humana. Era para introducirla a la libertad gloriosa de los hijos de Dios; los que eran extranjeros en la comunidad de Israel y alejados de las promesas del pacto fueron revestidos con los privilegios de ciudadanía en una sola familia, la familia de Dios.
15. La adopción de hijos había sido solo el privilegio exclusivo del pueblo de Israel, de quien el apóstol habla en Romanos 8:19-21. Pablo en Efesios 3:10 y 1 Corintios 1:26-31 habla del misterio que fue escondido desde las edades y generaciones, la sabiduría manifiesta de Dios. Efesios nos habla de la llegada de la dispensación de la plenitud de tiempos, en la cual Dios juntó en uno todas las cosas en Cristo, haciéndole cabeza sobre todas las cosas, derrumbando las barreras de separación entre Judío y Gentil, haciendo de los dos uno, aboliendo la ley, fusionando los elementos heterogéneos en un todo homogéneo, reconciliando la antipatía mutua y uniéndolos en una familia a los pies de un Padre común. Pero esto ¿No se logró por la muerte de Cristo en la cruz? ¡Si se logró! De manera judicial, porque hubo un juicio, pero es bueno comprender que el Nuevo Testamento siempre nos habla de la obra de redención como incompleta hasta la Parousia o retorno de Cristo (Hebreos 9:28).
16. Observemos que Pablo en Romanos 9:23 se incluye en la frase “nosotros mismos” como esperando la Parousia. Hasta entonces los hijos de Dios solo habían recibido las primicias y no la cosecha plena. No sería suya la posición plena de hijos hasta que viniera el Señor (Hebreos 9:28), cuando los santos que quedaban vivos cambiarían sus cuerpos mortales y corruptibles por una casa no hecha con manos, eterna en los cielos. La Parousia fue la proclamación pública y formal de que la dispensación mesiánica o teocrática para con Israel había llegado a su fin; y que el nuevo orden, en el cual Dios es el Todo en todos, fue inaugurado. Hasta que el juicio de Israel hubiera pasado, todas las cosas no fueron puestas bajo Cristo el Rey Teocrático, sus enemigos no eran todavía su estrado. Hasta aquel tiempo, todavía se decía que la adopción pertenecía a Israel. Cuando el apóstol escribió esta epístola Cristo estaba esperando que sus enemigos fueran hechos su estrado. Había todavía un incumplimiento en su obra hasta que todo el judaísmo fuera quitado. El escritor de hebreos declara que el camino al Lugar Santo todavía no era manifiesto, mientras que el templo todavía estuviera en pie (año 67 d.C. cuando el autor de hebreos escribe su carta) dice que este tabernáculo era una figura o parábola para el tiempo entonces presente, hasta el tiempo de reformación, es decir la introducción de un nuevo orden (Hebreos 9:8,9).
17. Después de la Ascensión de Cristo, el camino al lugar santo todavía no era plenamente manifiesto, porque abajo en la tierra, en la ciudad de Jerusalén, todavía estaba en pie el templo judío y mientras estuviera la adoración del templo, el camino a la salvación no podría ser plenamente manifestado a aquellos que se adherían a los ritos externos y típicos, en vez de ser guiados por el verdadero tabernáculo que es Cristo. Hubo un tiempo (año 60 d.C. cuando Pablo le habló a los santos en Roma de la manifestación gloriosa de los hijos de Dios al año 70 d.C. cuando vino por Tito la destrucción del templo y de Jerusalén) en el cual el viejo pacto fue sobrepuesto por el nuevo; al viejo y el nuevo les fue permitido subsistir por un tiempo juntos; la gracia y la paciencia de Dios demoraban el juicio. Aunque entonces, las grandes barreras a la introducción de todos los hombres sin distinción a los privilegios exclusivos de los hijos de Dios fueron quitadas por la muerte de Cristo en la Cruz, aún así la demostración formal y final del camino al Lugar Santísimo, no fue abierto a toda la humanidad, no, hasta que todo el sistema de la economía mosaica, hasta que el judaísmo con sus ritos, su templo, su ciudad y pueblo fue públicamente rechazado; y esa edad religiosa judaica con todo lo que le pertenecía fuera arrancado. Del año 70 d.C. hacia acá al año 2005 en que estamos, el anhelo ardiente de la creación ya fue satisfecho, porque Cristo es el todo y en todos y su salvación no es por gracia para un solo pueblo (los judíos) sino para que todo aquel que en el crea (Romanos 1:16). Este es el Cristo universal para todos y por todos, aunque no todos lo acepten como el Señor del universo y el Salvador del universo. Derechos reservados-Nit-800211614-1-Reynaldo Estrada ministries.

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